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  • Ana F. Álvarez González

Aprender jugando. Una reflexión sobre el alumnado con pluridiscapacidad.

Actualizado: 10 ago 2020


Empezamos un nuevo curso y, este grupo de trabajo, va a dedicar sus esfuerzos a investigar sobre el juego y el uso del mismo en la intervención educativa con alumnado con pluridiscapacidad desde la perspectiva de la Estimulación Basal.

Definición de juego:

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Actividad que se realiza generalmente para divertirse o entretenerse y en la que se ejercita alguna capacidad o destreza.


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Punto de partida.

El alumnado que atendemos en el aula, por muchas dificultades a nivel motriz, perceptivo y comunicativo que presenten son, en primer lugar, niños y niñas con la necesidad de aprender a partir de experiencias significativas que, entre otros aspectos, deben tener elementos lúdicos y divertidos que despierten en ellos/as las ganas de hacer y desarrollarse.

Desde mi experiencia docente, las ofertas parciales y faltas de motivación y sentido para ellos, se quedan, con mucha suerte, en aprendizajes mecánicos que no llegan a generalizar ni favorecen cambios significativos en su desarrollo personal.

​ ​Dada las dificultades de nuestros alumnos/as a nivel motor, comunicativo y perceptivo el juego tiene un punto de partida diferente que para un niño con un desarrollo más normalizado. Para éste último, actuar se convierte en elemento de diversión en si mismo pero para nuestros alumnos/as esta actuación está condicionado por sus dificultades. Por esto, en muchos casos va a ser la interacción con el adulto la que le va a proporcionar los primeros intercambios lúdicos.

Un bebé, ya en los primeros meses de vida disfruta de la relación con los adultos de referencia, sonríe y actúa ante situaciones que son de su agrado y es en esta interrelación en la que va aprendiendo que determinadas acciones llevan unida una respuesta que resulta agradable y merece ser repetida. Siguiendo esta línea de pensamiento, la respuesta del adulto sirve de espejo al niño, y al sentirse escuchado aumentan sus ganas de interaccionar y participar, adquiriendo progresivamente herramientas que favorecen el conocimiento de uno mismo y de sus posibilidades de intervención y acción sobre el entorno próximo.

Pero esto que parece tan evidente en un niño/a con un desarrollo “normalizado”, cuesta más entenderlo cuando éste tiene serias dificultades en aspectos básicos del mismo. Desde la observación, hemos comprobado que la interlocución entre el adulto y el niño/a puede verse comprometida. Por parte del adulto no encontrar un canal de acción compartida en la que los dos damos y recibimos puede llevarnos a adoptar otros modelos de intervención (asistencial, instrumental…)donde podemos satisfacer necesidades básicas, dar todo nuestro cariño y cuidar de la otra persona pero no vamos a potenciar su desarrollo a partir del encuentro . Por otra parte al niño/a, la falta de este feedback por parte del adulto, puede conducirlo a un mayor aislamiento, limitándole las herramientas y estrategias para conocerse y conocer su entorno.

Sabiendo la importancia de esta interacción y los beneficios del juego me planteo dos formas de considerarlo en mi trabajo docente

1.-El juego como metodología para favorecer la motivación y participación del alumnado en su aprendizaje.

​Desde mi experiencia el juego es un elemento transversal que favorece y da sentido a la intervención con el niño/a y ayuda a plantear cada una de las ofertas que le presentamos como una experiencia significativa y motivadora.


​Pongamos como ejemplo un alumno cuya necesidad básica sea la de activación, cambio y movimiento. Si nuestra intervención se basa en movilizaciones pasivas vamos a favorecer aspectos importantes como la disminución de las molestias físicas, pero, perderemos de vista la idea del niño como protagonista de su aprendizaje y por otra parte la motivación de éste será mínima o nula. El aprendizaje adquiere una nueva dimensión cuando se basa en experiencias donde el alumno trabaja de manera global todas las áreas del desarrollo con un contenido divertido y estimulante. Así podemos presentar la acción de salir de la silla de ruedas como una experiencia donde el intercambio comunicativo da paso a acciones relacionadas con el movimiento que resulten atractivas y divertidas para el alumno. Si salir del carro se convierte en un juego es mucho más fácil que el niño quiera repetirla y la asimile, sirviendo de base para nuevos aprendizajes de mayor complejidad.

El juego como oferta global.


​ Un juego circular es una oferta global en si misma. Si lo analizamos podemos observar que en cualquier juego de interacción intervienen todas las áreas del desarrollo:

Tomemos por ejemplo el juego de “al paso, al trote, al galope”. Pensemos en el alumno/a sentado sobre las rodillas del adulto y con la suficiente “seguridad somática” como para poder estar atento al movimiento.

Desde que lo ponemos sobre las rodillas del adulto, el niño/a experimentará su cuerpo. esta percepción corporal estará determinada por la posición que tenga, la postura de las piernas, los apoyos para el control de espalda y cabeza, la proximidad al adulto….

La experiencia conlleva moverse. En los desplazamientos de arriba hacia abajo está implicado el sistema vestibular. Si bien el movimiento tiene un componente lúdico, es importante que estemos atentos a sus reacciones para evitar la sobreestimulación.

Al repetir la rutina del juego varias veces en el mismo orden, ayudamos al niño/a a anticipar lo que va a pasar, entender el desarrollo de la oferta y ampliar sus posibilidades de participar en la misma.

Al mismo tiempo le ofrecemos la posibilidad de percibir su entorno. Mientras verbalizamos la retahíla del juego estamos aportando una experiencia auditiva que va asociada a las diferentes etapas del juego y al mismo tiempo el movimiento está asociado a la percepción visual.

Cuando hacemos una pausa y damos al niño/a la opción de solicitar la continuación de la oferta compartimos la experiencia, hacemos algo juntos… nos comunicamos. Una comunicación que se apoya en la interacción entre los dos participantes. Una experiencia bilateral en la que ambos dan y reciben y donde el niño puede experimentar la relación con el otro.

Y como no, al sentir el movimiento el niño manifiesta emociones que ofrecerán al adulto un feedback que le permitirá reajustar la oferta para ofrecer una experiencia divertida al niño.

A partir de las reflexiones anteriores entiendo que el juego se convierte en una poderosa herramienta para despertar en nuestro alumnado las ganas de participar, experimentar y ser el principal agente de su propio aprendizaje.

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