top of page
Buscar
  • Nazaret Pereira Reyes

La comunicación interpretada


La comunicación tiene lugar mucho antes de lo que creemos. Según estudios, se da desde que el bebé se encuentra en el vientre materno, ya que escucha lo que ocurre a su alrededor: voces familiares, sonidos, melodías, etc.

Un bebé que acaba de nacer, es capaz de diferenciar entre los sonidos de su entorno y la voz humana, sintiéndose especialmente atraído por la voz materna debido a que es con la que más contacto ha tenido por haber estado en su vientre. Es por este motivo, por lo que el recién nacido, desde su primer minuto de vida, es capaz de “comunicarse”.

Al principio, esta comunicación se lleva a cabo por el bebé de forma involuntaria, ya que hace uso en los primeros meses de vida de los gestos prelingüísticos, mediante, por ejemplo, la sonrisa o el llanto. Poco a poco, van a ir convirtiéndolos en voluntarios, para llamar la atención de su entorno, expresar sus necesidades, así como de manifestar sus emociones.

Debemos puntualizar que, la comunicación, siempre es bidireccional, dándose un emisor y un receptor que interactúan entre sí, y dándose respuestas mutuamente.

Partimos de estos datos tan básicos y a la vez tan relevantes, para hacer una comparativa muy sencilla con gran parte de nuestro alumnado gravemente afectado. Dependiendo del desarrollo de cada uno de ellos y ellas, muchos, permanecerán en esta etapa a lo largo de sus vidas.

Nosotros hacemos continuas “interpretaciones” de lo que hacen y nos quieren transmitir, es decir, intentamos darle sentido a cualquier gesto, mirada, sonrisa, sonido emitido, movimiento, etc, que pueda hacer, buscando el poder proporcionarle respuesta a sus “peticiones”, las cuales pueden ser cubrir sus necesidades básicas, así como emocionales. Con el paso del tiempo, nos damos cuenta de que somos investigadores que continuamente probamos con ensayo-error con nuestro alumnado, y aprendemos de ellos enormemente día tras día, cuando descubrimos qué nos quieren transmitir con esa mirada, ese ruido o ese gesto. Evidentemente, no es algo que descubramos a la primera, ya que, destacaremos la individualidad, que podemos definirla como “la característica particular de los individuos que lo distingue singularmente de los demás”, es decir, que no existen dos niños que sean iguales (es más, yo diría que ni parecidos).

Es por este motivo, por el que cuando nos comunicamos con nuestro alumnado, ellos nos enseñan continuamente lo mucho que quieren expresarnos, aunque a veces, necesitemos tiempo para ver esas señales que nos emiten y no somos capaces de apreciar, o no interpretamos lo que realmente nos quiere trasmitir. Por este motivo, debemos ir probando continuamente diferentes respuestas a esos indicios que interpretamos como peticiones por su parte, que pueden ser infinidad de ellas, tales como: tener hambre, sueño, sed, estar incómodo, tener algún dolor, o simplemente necesita una caricia o un abrazo.

Por último, me gustaría añadir, la importancia que tiene en beneficio de este alumnado, que tengamos una relación fluida con la familia e intercambiemos lo que ambas partes percibimos. De esta forma, familia y escuela remaremos en una misma dirección, que será cubrir las necesidades de estos chicos y chicas que tanto tienen que contarnos.


59 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

"El año que vivimos peligrosamente..."

Buenas tardes, compañeros de este fantástico grupo humano. Llevamos varios años compartiendo nuestras experiencias. Todos y todas hemos recorrido miles de kilómetros a lo largo de nuestra provincia pa

El aseo desde una perspectiva respetuosa

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la Educación para la Salud se define como cualquier combinación de actividades de información y de educación que lleve a una situación en la que las per

bottom of page